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Durante años, se ha asociado la obesidad exclusivamente con el exceso de peso y se ha diagnosticado y clasificado según el índice de masa corporal (IMC). Sin embargo, recientes avances científicos, como los presentados por The Lancet Diabetes & Endocrinology Commission (2025), nos invitan a replantear profundamente esta visión simplista y estigmatizante.

En Nutritional Coaching, consideramos esencial que quienes trabajamos en salud adoptemos una mirada amplia y tengamos en cuenta nuevos puntos de vista como el planteado por The Lancet para ofrecer un acompañamiento más justo, preciso y humano.

Según este informe, el IMC por sí solo no es una herramienta suficiente ni adecuada para diagnosticar obesidad clínica. Si bien puede ser útil para estudios poblacionales y como indicador preliminar, no refleja ni la distribución de la grasa corporal ni los efectos reales sobre la salud.

En su lugar, la Comisión propone diferenciar entre obesidad preclínica (exceso de adiposidad sin daño evidente en órganos o funciones) y obesidad clínica (cuando ese exceso de grasa ya está provocando alteraciones funcionales en órganos, tejidos o en la calidad de vida de la persona). (Figura 4: Rubino et al., 2025)

Esta nueva definición reconoce que la obesidad es una enfermedad crónica y sistémica, que puede causar disfunciones graves —como insuficiencia cardíaca, apnea del sueño, diabetes tipo 2, hipertensión o enfermedades hepáticas— incluso en ausencia de otras enfermedades previas. Por tanto, no se trata solo de “tener un peso alto”, sino de cómo ese exceso de grasa afecta al cuerpo en su totalidad.

Para identificar la obesidad clínica, los expertos recomiendan una combinación de herramientas: además del IMC, deben considerarse medidas como el perímetro de cintura, el índice cintura-cadera o, idealmente, mediciones directas de grasa corporal mediante métodos como la DEXA o bioimpedancia. También se debe evaluar si hay signos clínicos (como alteración en pruebas de laboratorio, síntomas funcionales o limitaciones en las actividades diarias) que indiquen daño asociado.

Uno de los puntos más relevantes del informe es el reconocimiento del estigma asociado al peso como una barrera real en la prevención y tratamiento de la obesidad. Culpar al individuo, asumir falta de voluntad o reducir esta enfermedad a un “problema de estilo de vida” invisibiliza las causas multifactoriales (genéticas, metabólicas, psicológicas y ambientales) que la originan y perpetúan. Esta narrativa también retrasa diagnósticos, desmotiva a quienes buscan ayuda y perpetúa la exclusión en los sistemas de salud.

Como profesionales, tenemos la responsabilidad de actualizar nuestras herramientas diagnósticas, tratar a las personas con respeto y brindar soluciones basadas en evidencia, no en prejuicios. Esta redefinición de obesidad es una oportunidad para avanzar hacia una atención más personalizada, eficaz y empática.

Obesidad no es solo una cuestión de peso, sino de salud integral. Y entenderla como una enfermedad con criterios clínicos concretos es el primer paso para abordarla correctamente.

 

 

 

Àngels Massana. Nutricionista en Nutritional Coaching

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Fuente: Rubino F, Cummings DE, Eckel RH, Cohen RV, Wilding JPH, Brown WA, et al. Definition and diagnostic criteria of clinical obesity: A Lancet Commission. Lancet Diabetes Endocrinol. 2025 Mar;13:221–62. doi:10.1016/S2213-8587(24)00316-4.
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