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Si eres un profesional de la salud, es probable que tarde o temprano te encuentres cara a cara con las emociones de tu paciente o con las tuyas propias. Tener una buena gestión emocional es sinónimo de salud, y al contrario, no saber regular bien tus emociones te puede llevar a tomar decisiones equivocadas que la afecten directa o indirectamente. Las emociones son potentes porque nos mueven, nos llevan a la acción, y tú puedes aprender lo necesario para que te lleven en la dirección que tú deseas.

Y bien .. ¿conoces la relación entre salud y emociones?

Entre salud y emociones hay una relación muy estrecha y si eres un profesional sanitario que trabaja en el ámbito de los hábitos alimentarios, sabes que alimentación y emoción van de la mano y que tienen una relación bidireccional. Por un lado las emociones pueden empujar a tu paciente a comer determinados alimentos y por otro lado, tú puedes incorporar en su plan de alimentación determinados alimentos que favorezcan el bienestar y eviten la ansiedad. Nos referimos, tal y como te explicamos en el libro “Las emociones se sientan a la mesa”, a trabajar lo que se conoce como mood food , «comida de la felicidad» —aunque la traducción literal sería «comida del estado de ánimo, incorporando en la dieta de tu paciente alimentos ricos en triptófano, precursor de la serotonina, que favorezcan el sentir una mayor calma y una mayor sensación de saciedad.

Por otro lado, también podemos incidir en el otro sentido de la relación, es decir, en el que hace que usemos la comida como bálsamo emocional. Cuando el paciente se siente angustiado, deprimido o estresado, es habitual que recurra a la comida para calmar las sensaciones desagradables que producen esos estados emocionales. Para que tu paciente no caiga en ese hábito, tú le puedes acompañar a llevar a cabo varias estrategias. Una de ellas es la de mantener a raya el estrés. Cuando tu cuerpo se encuentra en respuesta de estrés, no es capaz de controlar lo que come. En ese momento determinadas áreas del cerebro están anuladas para dar prioridad a otras. Concretamente, una de las funciones que quedan anuladas es la del autocontrol. El cerebro estresado es un cerebro en “modo cavernícola” que se comporta como un animal amenazado: busca la lucha o la huida. El comer es una manera de huir, de calmar la ansiedad. Cuando estamos estresados, perdemos fuerza de voluntad, ya que en ese momento nuestro organismo está priorizando resolver la amenaza a la que se ve expuesto, ya sea entregar un proyecto en el trabajo, o pagar todas las facturas a final de mes.

Como profesional de la salud, es importante que conozcas cómo funcionan las emociones puesto que aprender a regularlas es una de las habilidades esenciales para el bienestar de las personas.

Yolanda FletaYolanda Fleta
Co-fundadora Nutritional Coaching

 

 

 

 

 

 

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