¿Qué es y, sobre todo, qué no es la entrevista motivacional? ¿Qué la diferencia del coaching de salud?
La entrevista motivacional (EM) es uno de los enfoques para lograr el cambio de conducta con mayor número de referencias en la literatura científica. Este tipo de entrevista nació en los años 80 de la mano de sus creadores Stephen Rollnick y William Miller en el ámbito de la lucha contra las conductas adictivas. El propio Miller define la EM como “Un estilo de atención centrado en la persona para abordar el problema común de la ambivalencia sobre el cambio”. Precisamente hoy en día, para abordar las altas cifras de enfermedades crónicas no trasmisibles (ENT) se hace cada vez más necesario que los profesionales sanitarios adquieran competencias para motivar a los pacientes a hacer cambios en su estilo de vida, con el objetivo de reducir los factores de riesgo y también motivarlos para conseguir una buena adherencia al tratamiento. En cuanto a las similitudes y diferencias de la EM y el health coaching (HC), ambos se basan en un estilo de comunicación que utiliza la escucha activa, la empatía, la formulación de preguntas y el feedback. El HC es un enfoque independiente e integral que acompaña al paciente en todo su proceso de cambio, mientras que la EM se utiliza para aumentar la motivación y el compromiso con el cambio; una vez que esto se logre, sobrevienen otros enfoques. Es decir, HC acompaña al cliente a través de todo el proceso de cambio, mientras que la EM solo en las primeras fases. Por otro lado, el HC tiene una visión integral del paciente al respecto de su salud y su proceso de cambio, mientras que la EM se centra únicamente en la conducta.
Generar un cambio de hábitos en el paciente es algo complicado si éste no se siente suficientemente motivado o capaz. ¿Cómo puede la entrevista motivacional ayudarnos en estos casos?
La entrevista motivacional, igual que el enfoque del coaching en salud, utiliza estrategias para lidiar con la resistencia del paciente. Lo primero es no confrontar con esa resistencia. Cuando una persona se siente ambivalente ante el cambio, (es decir, tiene sentimientos enfrentados, por un lado, quiere cambiar, pero por otro lado no está dispuesto a hacer ciertas renuncias) lo último que debe hacer el profesional de la salud es tratar de convencerle, o de presionarle para que modifique su conducta. De esa forma lo que conseguirá será una mayor resistencia. En su lugar, la estrategia que propone la entrevista motivacional es utilizar la empatía, validando los obstáculos que esa persona pueda estar percibiendo, para que así abandone la necesidad de continuar planteando al profesional de la salud los motivos por los cuales no puede cambiar. A las personas nos gusta tener la razón, y cuando uno se siente ambivalente, si el profesional defiende los motivos por los cuales merece la pena el cambio, el paciente tratará de convencerle de las barreras con las que se encuentra por las cuales no es capaz de comprometerse. En cambio, cuando el paciente percibe que el profesional le entiende, abandona esa necesidad de confrontar, y se muestra más dispuesto a empezar a buscar soluciones.
Tanto la entrevista motivacional como el coaching de salud entienden que la relación profesional-paciente debe ser de colaboración. Sin embargo, todavía permanece un estilo de relación en la que el profesional sanitario es el experto que impone o prescribe el tratamiento y el paciente acata. ¿Cómo rompemos con esta dinámica, que a veces nos sale de manera automática e involuntaria?
Sí, es cierto que el profesional de la salud ha sido formado para diagnosticar y dar recomendaciones en base a ese diagnóstico. Ha sido instruido para asumir el rol de experto. El problema es que las personas no tienen suficiente con disponer de la información para actuar en consecuencia. Por ese motivo, en lugar de apresurarte a dar las recomendaciones que consideras que tu paciente necesita, es más efectivo destinar un tiempo a conectar con él o ella. En lugar de asumir todo el protagonismo y la responsabilidad, dale la oportunidad al paciente de que piense por sí mismo. Pregúntale y hazle partícipe para que reflexione acerca de cómo llevar a cabo esas recomendaciones en su día a día. El profesional es el experto en salud y el paciente es el experto en su propia vida. Lo ideal es trabajar de forma colaborativa en lugar de jerárquicamente.
Un concepto que has recalcado en tus formaciones es que las personas solo realizan cambios en su conducta cuando están preparados para el cambio. ¿Cómo podemos identificar en qué punto está el paciente y acompañarlo en el proceso para que avance?
Utilizamos la teoría del Modelo Transteórico del Cambio de Prochaska. Según Prochaska, las personas no nos encontramos siempre en el mismo nivel de motivación. La disposición al cambio depende de varios factores y es un error pensar que todos nos encontramos igual de motivados para cambiar cuando acudimos a la consulta del profesional de la salud. Nosotros tenemos en cuenta dos variables: la importancia que le otorga el paciente al objetivo y la confianza que tiene en alcanzarlo. Utilizamos la escala para medir el nivel de importancia y confianza y si algunas de las dos áreas se puntúan por debajo de 7, nos está indicando que el paciente todavía no se encuentra en fase de acción, y necesitamos destinar un tiempo en consulta para resolver las barreras. Debemos tener en cuenta que el cambio es un proceso, no es un momento puntual. Cuando decidimos cambiar atravesamos diferentes fases: la pre-contemplación, la contemplación, la preparación, la acción y el mantenimiento. Durante el proceso también se da por hecho que puede haber algún momento de recaída. Cuando esto sucede, lo importante es acompañar al paciente para que vuelva de nuevo a recuperar su compromiso.
¿Cómo deberíamos actuar frente a las resistencias (las mal llamadas “excusas”) de un paciente frente a un cambio de hábitos o un tratamiento? ¿Podrías darnos un ejemplo?
Sí, ante la resistencia o las excusas, la estrategia a utilizar es mostrase empático. No confrontar y validar lo que el paciente nos está contando. Seguidamente, dirigimos su atención hacia la búsqueda de soluciones. Por ejemplo, imaginemos que la paciente nos dice: “No soy capaz de comer sano por la noche. Me siento muy cansada, trabajo todo el día y luego cuando llego tengo que hacer la cena para mis hijos y mi marido y después la mía”. Profesional: – “Entiendo el esfuerzo que tienes que hacer. Trabajar fuera y dentro de casa es muy demandante. Veamos qué opciones tienes para que te resulte más fácil. ¿Qué se te ocurre a ti que puedes hacer para organizarte mejor en la cena? … ¿Y qué más se te ocurre? … ¿Te gustaría que te diera un par de opciones entre las que escoger?
Como profesionales de la salud, nuestra formación se centra en los aspectos científicos y teóricos, y no tanto en la comunicación con el paciente. Si tuvieras que darnos tres consejos prácticos que los profesionales de la salud pudiéramos aplicar para mejorar la comunicación con los pacientes, ¿cuáles serían?
En primer lugar, destina tiempo a conectar con tu paciente. No te apresures a dar tus recomendaciones. El tiempo que inviertes en conectar, no es tiempo perdido sino una forma de establecer la alianza terapéutica. Cuanto más confíe el paciente en ti, más compromiso va a tener con los acuerdos a los que lleguéis en consulta. En segundo lugar, asegúrate de escuchar a tu paciente. Desarrolla la habilidad de la escucha activa para comprender que es lo que le está pasando. La escucha es terapéutica en sí misma y es una forma de mostrar respeto. Lograrás que el paciente se sienta acompañado en tu consulta. En tercer lugar, acostumbrarnos a dar refuerzo positivo de las conductas y las ideas que el paciente manifiesta a favor del cambio. En lugar de estar pendiente únicamente de lo que no hace bien para tratar de corregirle, prestar atención a lo que sí está haciendo bien, a lo que sí está funcionando para felicitarlo, para señalárselo y de esa forma empoderarlo.
Después de haber formado a tantos alumnos en coaching nutricional, coaching de salud, entrevista motivacional y habilidades de comunicación con el paciente, ¿cómo valoras la importancia que le dan los profesionales a saber comunicarse de forma efectiva con los pacientes? ¿Ha evolucionado en estos años?
El profesional de la salud es muy consciente de la importancia que tienen las habilidades comunicativas para lograr la adherencia al tratamiento del paciente. No basta con prescribir, ya sea un tratamiento nutricional o farmacológico. También es necesario tener en cuenta cuáles son las circunstancias de la persona a la que diriges la prescripción para personalizarla, para identificar las barreras que puedan surgir, tratar de anticiparse a ellas y buscar soluciones. Por supuesto a través de las habilidades comunicativas vamos a poder realizar un mejor acompañamiento emocional al paciente. Las personas que acuden a consulta normalmente se sienten vulnerables y requieren de profesionales capaces de empatizar con esa vulnerabilidad. Es importante humanizar la consulta, y eso depende de cómo te comuniques con tu paciente. Además, no solamente es importante desarrollar habilidades comunicativas para lograr una mejor relación con el paciente y que éste se comprometa más son su tratamiento. Los profesionales también son conscientes de la importancia que tiene el aprender a comunicarse bien con uno mismo, para evitar el burnout. El enfoque del health coaching te enseña a dejar a un lado el rol paternalista. Aprendes que no ganas nada asumiendo la responsabilidad que le corresponde al paciente. Solo una mayor frustración.
Puedes consultar nuestra oferta formativa 100% on line o presencial en España y/o América Latina AQUÍ
Yolanda Fleta
Cofundadora Nutritional Coaching
@yolandanutritionalcoaching info@nutritonalcoaching.com